Por Javier Caso Iglesias | Analista Político
Los titulares de prensa son muy clarificadores de la situación electoral, para muestra los siguientes: Podemos se desploma diez puntos pero se mantiene tercero en Euskadi; PP y PSOE se distancian de los emergentes y Podemos cae; Podemos cae y el PSOE podría volver al Gobierno.
Podemos, con el 18,01% de apoyos, cae notablemente y pierde 4,4 puntos en relación al mes pasado, diez puntos desde enero que es cuando obtuvo su mejor resultado: 28,2%. Ciudadanos obtendría el 16% de los votos de celebrarse ahora elecciones, mientras que los socialistas quedarían con un 23,5% y los conservadores con un 23,1%.
Salta a la vista este desgaste prematuro de Podemos cuyas razones son obvias, obvias para todo el mundo excepto para los dirigentes de su propia organización a los cuales se les presentan como inescrutables; esto o que se empecinan en mirar para otro lado hipnotizados como parecen estar por sus siglas, el nuevo becerro de oro de Podemos; su actual anillo de Sauron.
Siglas o principios, esta es la cuestión.
O Podemos retoma la senda de conformar un verdadero movimiento popular o su maquinaria electoral enfangará, aún más, abandonada por la ciudadanía.
La misión de Podemos era la de articular un verdadero movimiento popular, lugar en el cual no cabían los actuales lados del sistema, IU incluida. En vez de eso se ha dedicado a adherir a sus siglas, como si ahí estuviera contenido todo el espacio ciudadano de ruptura, o a conformar alianzas a medida sin líneas rojas.
O se está a una cosa o se está a otra; los términos medios terminan por fracasar siempre. El compromiso es el objetivo de los cobardes, de los "tibios" que siempre temen las consecuencias de sus actos y la responsabilidad que con ellos deben asumir (Jesús dijo: "Me gustaría escupirlos. Sed ardientes o fríos").
Además parte de este desgaste está en haberse enfrascado en la labor institucional y, consecuencia de ello, haber perdido la comunicación y el contacto con la calle.
Un Director General me decía hace algunos años: "En política una realidad que no aparece en prensa no existe". Y eso le ha ocurrido a Podemos, que ha desaparecido de la prensa y ha perdido comunicación y contacto con la calle.
Los titulares de prensa son muy clarificadores de la situación electoral, para muestra los siguientes: Podemos se desploma diez puntos pero se mantiene tercero en Euskadi; PP y PSOE se distancian de los emergentes y Podemos cae; Podemos cae y el PSOE podría volver al Gobierno.
Podemos, con el 18,01% de apoyos, cae notablemente y pierde 4,4 puntos en relación al mes pasado, diez puntos desde enero que es cuando obtuvo su mejor resultado: 28,2%. Ciudadanos obtendría el 16% de los votos de celebrarse ahora elecciones, mientras que los socialistas quedarían con un 23,5% y los conservadores con un 23,1%.
Salta a la vista este desgaste prematuro de Podemos cuyas razones son obvias, obvias para todo el mundo excepto para los dirigentes de su propia organización a los cuales se les presentan como inescrutables; esto o que se empecinan en mirar para otro lado hipnotizados como parecen estar por sus siglas, el nuevo becerro de oro de Podemos; su actual anillo de Sauron.
Siglas o principios, esta es la cuestión.
O Podemos retoma la senda de conformar un verdadero movimiento popular o su maquinaria electoral enfangará, aún más, abandonada por la ciudadanía.
La misión de Podemos era la de articular un verdadero movimiento popular, lugar en el cual no cabían los actuales lados del sistema, IU incluida. En vez de eso se ha dedicado a adherir a sus siglas, como si ahí estuviera contenido todo el espacio ciudadano de ruptura, o a conformar alianzas a medida sin líneas rojas.
O se está a una cosa o se está a otra; los términos medios terminan por fracasar siempre. El compromiso es el objetivo de los cobardes, de los "tibios" que siempre temen las consecuencias de sus actos y la responsabilidad que con ellos deben asumir (Jesús dijo: "Me gustaría escupirlos. Sed ardientes o fríos").
Además parte de este desgaste está en haberse enfrascado en la labor institucional y, consecuencia de ello, haber perdido la comunicación y el contacto con la calle.
Un Director General me decía hace algunos años: "En política una realidad que no aparece en prensa no existe". Y eso le ha ocurrido a Podemos, que ha desaparecido de la prensa y ha perdido comunicación y contacto con la calle.
Podemos se ha enfrascado, investido y henchido de institucionalidad, ha sido hipnotizado por el aura de sus siglas institucionalizadas, ese nuevo becerro de oro, ese anillo de Sauron que los ha desviado de su objetivo; y así nos va: "Partiendo de la nada hemos alcanzado las más altas cotas de miseria".
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